Tan armonioso pasado, tapadera de una cruel realidad, la que
anida en el pecho de cada uno y se desprende para no mirar atrás. Si tan solo
aquella palabra tan hiriente como cuchillos no hubiese sido el respiro del
rencor y de la envidia, la hecatombe inminente no hubiese dado frutos de odio.
Así pues solo una última frase retumbo en el odio de los sordos y quedo visible
a los ciegos marcando el tambaleante pero firme corazón del desesperado y el ofendido. Aquella frase
la cual le habían repetido en contadas ocasiones y que llevaba a fuego en su
alma decía así “Los amigos son la familia que uno escoge” pues sí, era cierta,
la había demostrado en demasiadas ocasiones que ahora al ver aquellos recuerdos
volver a por su alma presa de la soledad tenía que recordarla con fuerza y
valentía y pronunciarla como si fuese un conjuro para alejar los males.
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