Ayer me encontré subida en un tren, era algo tenebroso, oscuro, húmedo, me levante y mire por la ventanilla, las gotas chocaban fuertemente contra el cristal, camine por el tren, no encontré a nadie, fui al vago restaurante y allí vi a dos personas conversando apaciblemente, una de ellas me miro, sonrió y me invito a sentarme junto a ella. El muchacho me miro y sonrió también, así que yo alegre por haber encontrado a alguien en aquel tétrico tren también le sonreí. En ese instante el tren paro, y mis acompañantes se levantaron y se dispusieron a salir del tren.
-¿A dónde vais?- pregunte confusa.
-Es hora de hacer un trasbordo.
Yo mire a aquellas personas y me eche un poco atrás pues aquel tren había sido mi casa durante tanto tiempo.
-Tranquila, no temas a lo nuevo, no temas a lo desconocido, pues aveces el siguiente tren es mejor.-dijo el muchacho extendiéndome la mano.
Yo la cogí y baje del tren junto a ellos.
Por fuera mi tren era negro, terriblemente viejo y con varias abolladuras, este se fue, lo vi alejarse, y mire a mis acompañantes que miraban en dirección contraria a la de mi tren, había dejado de llover y, venia un tren dorado, totalmente moderno, el cual paro frente a nosotros, y en él nos subimos, estaba lleno de gente, estaba lleno de vida, estaba lleno de luz.
-¿Lo ves?-dijo la muchacha- aquí lo pasaras mejor que en aquel triste tren negro.
-No sé cuanto dure mi viaje, ni cuantas personas subirán a este tren, o cuantas bajaran pero lo que si se es que me habéis salvado de aquel oscuro lugar y por ello os estaré muy agradecida, me habéis traído a un lugar lleno de luz, algo diferente a lo que imagine que ocurriría, solo espero que el miedo no impida al resto de personas subir a este fantástico tren.
Sonreí a mis acompañantes y ellos sonrieron, y allí empezó mi viaje lleno de felicidad.
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