martes, 14 de diciembre de 2010

Ese Tesoro, Esa Sonrisa.

Cuento Navidad

Bueno aqui os dejo el cuento que he echo para el instituto, espero que os guste.


Tenía 17 años, mi padre me odiaba, yo tenía la culpa de que mi madre hubiese muerto. Un día mi balón se me escapo, y cuando fui a por él, estaba en las vías del tren, ya lo tenía en mis manos, las barreras estaban cerradas, el tren venia, y mi madre salto empujándome lejos de allí. Ella fue arrollada por el tren. Eso ocurrió cuando yo tenía tan solo 6 años. Mi padre no me volvió a hablar, a mirar, y si alguna vez lo hacía era con odio. La única que me abrió su corazón que me acogió fue mi hermana pequeña, ella siempre sonreía y me decía que todo estaría bien, hubo una época en la que no me relacionaba y parecía estar en trance. Logre un montón de amigos y también tenía a mi hermana. A los 15 tuve que irme de casa, mi padre no soportaba verme, y cada vez que me cruzaba con él sentía aun ese dolor en mi corazón. Hoy estoy frente a mi casa, preguntándome si entrar o no, quizás no debería haber vuelto. Hoy Era noche buena, y se oían canciones que provenían del interior de la casa. Algo me golpeo la espalda.

-¿No vas a entrar?-me pregunto una dulce voz.

Una chica joven de cabellos castaños paso frente a mí y se giro a verme mientras avanzaba hacia la casa.

-Aileen-dije sorprendido, ella había cambiado mucho.

-Vamos hermanito, seguro que todos estarán felices de verte-dijo abriendo la puerta.

Yo entre tras ella algo silencioso y tímido.  Ella entro en la salita y todos le saludaron felizmente.

-Papa, te he traído un regalo genial-dijo cordialmente.

-No tenias por qué molestarte-dijo  modesto.

-No, si ha venido él solito-dijo girándose hacia la puerta.

-Blake, pasa-dijo con mucho ánimo.

Yo entre con la cabeza agachada, con miedo a su reacción. Levante levemente la cabeza y observe de reojo a los presentes. Mi padre se encontraba en el centro de la sala en su característico sillón, estaba estupefacto. Mi hermano mayor más de lo mismo, estaba apoyado en la ventana observándome incrédula y la que yo supuse que era su novia no para de mirar a mi hermano, luego a mí, luego a mi padre, luego a mi hermana y volvía a comenzar el ciclo. Mi padre se levanto finalmente se acerco a mí y me abrazo.

-No sabes lo mucho que te he echado de menos-dijo abrazándome fuertemente.

El que ahora estaba boquiabierto era yo, no me esperaba esa reacción de él.  Yo le devolví el abrazo al cabo de unos instantes se separo de mi.

-Te veo bien-me dijo sonriente.

Yo devolvía aquella sonrisa que me había regalado, aquella que tendría como un ansiado tesoro que por fin había sido descubierto. Una lágrima salió de mi ojo y recorrió mi mejilla.

-¿Qué ocurre hijo?-dijo mirándome preocupado- ¿Qué hice ahora?-dijo nervioso.

-Me diste el mayor regalo que podrían darme –le dije secándome la lagrima.

-¡Blake!-oí decir  a mi hermano que acababa de salir del trance.

-¿Qué?-pregunte con un tono un tanto burlón.

-Bienvenido-dijo sonriendo felizmente.

Por fin oía esas cálidas palabras.

Aquellas fueron unas navidades geniales. Descubrí que el mayor regalo que me podía hacer y lo que más me importaba era una sonrisa una sonrisa de mis seres queridos. Y bueno ahora he vuelto a casa y mi padre me pidió disculpas por todo aquello. Diría que se acabo pero….solo tengo 17 años. 

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